Somos finitos. Sabemos que nuestra existencia es tan efímera que da vértigo y eso nos hace vulnerables. Y no es algo malo. Una de las cosas más bonitas que hay en esta vida es encontrar a personas con las que poder ser vulnerables, sin miedo, ir con los ojos cerrados.
Decides confiar en que, esas personas que quieres, te van a recoger entre sus brazos cuando te muestres, delante de ellas, tal cual eres: con tus miedos y anhelos, con tus sueños y esperanzas, con tu dolor y tu alegría.
Ser vulnerables, con todo lo que ello conlleva, me parece de lo más valiente que podemos hacer en esta vida tan corta. Ahí, en la vulnerabilidad, es cuando realmente somos.