viernes, 17 de mayo de 2013

17 de mayo: Día internacional contra la LGTBFOBIA


La homofobia es una realidad que vemos a diario. Solo debemos mirar vídeos en Youtube, ver las noticias o ir a los patios de los colegios e institutos. ¿Hay una regresión en ese tema? Aunque poca gente lo crea, así es. Los adolescentes de hoy en día vuelven a ser tan, o más, homofobos que la anterior generación. ¿Por qué? No voy a entrar a hablar de temas políticos, pero es evidente que si un partido gobierna un país y va en contra de los derechos de miles de personas, es normal que la gente lo interiorice. Tantos años de lucha, de avance, para que lleguen ahora una panda de hijos de put* y destrocen todo lo conseguido.
La homofobia no es un asunto de risa. Y hablo desde la experiencia. No pretendo ir de víctima o de enterado del tema, pero es algo que he sufrido en mis propias carnes.
Soy de Lanzarote, una isla pequeña, demasiado, para que en su momento entendieran algo tan básico como la homosexualidad. Durante años sufrí el acoso escolar por el simple hecho de ser gay. ¿Por qué? Porque una panda de descerebrados se creían mejor que yo. Y lo peor no era eso, lo peor era que lograban hacerme sentir mal por algo tan natural como respirar. Parte de mi adolescencia la pasé escuchando “maricón”, “mariposa”, “tú te vas con las chicas que para eso eres maricón”. No, no tengo un trauma ni algo por lo que me vaya a suicidar, pero hay muchas personas que sí lo hacen, muchos que no saben lidiar con ese tema. Yo, por suerte, tengo una familia maravillosa que siempre me aceptó tal y como soy. Porque tú podrás llamarme maricón, desviado, marica, mariposa, pero yo, antes que todo eso, soy persona. Cosa que estos seres, lo dudo.
Oigo comentarios tipo “la homofobia no existe”, “vivimos en un país liberal y moderno”, “mejor lucha por otros temas más importantes que por la homofobia”. No se equivoquen, que se haya aprobado el matrimonio gay no quiere decir que la homofobia haya desaparecido.

La homofobia está muy presente, por desgracia, en nuestras vidas. Puedes haberla sufrido más o menos, pero cuando lo has hecho, es algo que no olvidas.
No dejemos que la nueva generación sufra los horrores de antiguas generaciones. Como siempre he oído: “La homosexualidad no es una enfermedad. La homofobia sí”.