Es curioso como, para salir de tu zona de confort, tiene que venir alguien a sacarte de una patada.
Y te encuentras a la deriva.
Y una vez que estás luchando por volver a respirar decides que, es ahora o nunca, vas a hacer todo lo que antes no te atrevías. Todas esas cosas que deseabas llevar a cabo pero tu comodidad no te dejaba. Bueno, o cobardía.
Y te encuentras a la deriva.
Sigues luchando por volver a respirar, pero dentro de todo ese caos te sientes más fuerte, más seguro, más decidido a luchar contra tus miedos e inseguridades. Y avanzas, haces todo eso que antes creías inimaginable. Te sientes bien. Esperanzado.
Ya lo dijo Vetusta Morla: “hay esperanza en la deriva”.
Y vaya que sí la hay.
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