lunes, 25 de agosto de 2014

¿Pedimos a los demás lo que nosotros estamos dispuestos a dar?

Para bien o para mal, la respuesta a la pregunta es afirmativa. Sin duda alguna.

Cada uno tiene su forma de vivir la vida, el amor, la amistad, los desengaños amorosos, el tonteo, el odio... Si todos lo hiciéramos del mismo modo, ¡qué aburrido! Pero si hay algo que no podemos remediar, creo, es pedir a los demás lo mismo que nosotros daríamos por ellos. Ya sea un amigo, un familiar, nuestra pareja o, simplemente, alguien con el que estamos tonteando, pedimos ser tratados de la misma forma. Si yo te doy amor, quiero amor; si yo me preocupo por saber de ti, quiero que tú también te preocupes por saber de mí; si yo te busco, quiero que tú me busques. Simple, ¿verdad?

Pero, ¿qué hacemos cuando nos tropezamos con una persona que no es como nosotros quisiéramos?

¿Nos adaptamos a ella?

¿Mandamos a esa persona a la mierda?

¿Aguantamos?

No, simplemente, aceptar que cada uno tiene su forma de ser. Y todas son igual de lícitas. No podemos cambiar a nadie ni hacer alguien a nuestro gusto. Eso sería lo más parecido a tener un títere, y nadie quiere tener a su lado a un títere, ¿no? Por lo tanto, disfrutemos de esa persona que no es como nosotros, aprendamos que hay otras formas de vivir la vida, el amor, la amistad, los desengaños amorosos, el tonteo, el odio... Yo expreso todo eso de una forma, otra persona lo hace a su manera. ¿No es maravilloso? Personas que se complementan para dar rienda suelta a uniones que pueden resultar mágicas

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