Porque en momentos en los que no sabes si lo mejor sea sacar a determinada persona de tu vida, te agarras a cualquier cosa, incluso a una frase, de un monólogo, de una película que ni siquiera has visto...
Y lo haces, sacas a esa persona de tu vida, no por nada, sino porque sientes que nunca podrá darte lo que tú quieres que te dé. Nadie tiene la culpa. Nadie manda en los sentimientos. Y por eso, te vas silencioso, sin hacer ruido, de la misma forma en que llegaste.
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