Vale, hay momentos en que sentimos que no podríamos vivir sin determinadas personas, pero, en el fondo, sabemos que no es así. Todos hemos roto con alguien, o casi todos, y mientras éramos felices y estábamos enamorados, pensábamos que no podríamos vivir sin nuestra pareja, pero hemos podido. Hemos cortado una relación y, MAGIA, hemos sabido sobrevivir sin él/ella.
Puede que no nos guste asumir que somos prescindibles y, en el peor de los casos, reemplazables, pero cuanto antes asumamos que eso es así, más felices seremos... En esta vida no hay nada eterno, y el amor, que es el culpable de pensar que alguien es irreemplazable, también se acaba, y con él la sensación de sentir que no podemos vivir sin él/ella. Aunque, como no me gusta cerrar puertas, quién sabe, quizás, cuando menos lo esperemos, nos encontremos a nuestra persona imprescindible.
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