jueves, 27 de febrero de 2014

Fotografías

El otro día me puse a pensar en las fotografías. En esas que antes guardaba en álbumes, en algún mueble de mi casa, y que ahora guardo en carpetas de mi ordenador. Pero ese no es el punto, al ver estas fotos, me puse a pensar en lo que significan realmente las fotografías. ¿Alguna vez se han parado a pensar en ello?

Piensen por un momento: somos felices en un determinado momento, estamos con la gente que queremos o, simplemente, vemos algo que nos gusta y decidimos capturar ese momento para el resto de la eternidad. O casi. ¿Por qué? Porque somos felices, porque nos aporta algo positivo. Nadie realiza fotos de situaciones malas o tristes, nadie quiere recordar esos momentos. Por el contrario, hacemos un viaje, nos vamos de excursión, salimos de fiesta, y ya estamos preparado con la cámara (del móvil, que no una cámara de las de toda la vida), para capturar esos instantes donde nuestra felicidad se dispara.

Por lo tanto, cuando volvemos a ver esas fotografías, mucho tiempo después (o no tanto), lo hacemos porque queremos volver a sentir, aunque sea un poco, esa felicidad que sentimos al vivir esos momentos que una cámara ha captado tan bien: esas miradas cómplices, esas sonrisas muchas veces fingidas y otras sinceras, esas caras poniendo muecas, esas puestas de sol o ese mar abierto que tanto nos gusta. Las posibilidades son infinitas.

Cada foto nos transmite una sensación, un recuerdo, una vivencia. Y eso tiene que ver con nosotros mismos, porque una foto puede tener mil significados dependiendo de los ojos del que mira. Una foto es un recuerdo bonito, algo que vivimos y nos hizo felices. Y siempre los tendremos presente porque, por suerte, siempre estarán esas fotografías para recordárnoslos.

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