domingo, 8 de diciembre de 2013

Canarias (I)

Si les digo "Canarias", ¿en qué piensan? Supongo que en playas, sol, buen tiempo, guagua, "muchacho" (que no "muyayo"), "fleje", "ños" y algunas cosas más. Por lo menos, siempre que le digo a alguien que soy canario hay tres cosas que nunca fallan: "guagua", "muchacho" y plátano de Canarias.

Pero vayamos un paso más allá. Como ya todos saben, espero, soy canario... Y me apetecía escribir algo sobre mi tierra, pero no en plan anuncio del 30 de Mayo (es el día de Canarias), sino intentar plasmar lo que siento por mi tierra, todas esas emociones que me inundan cuando oigo nombrar a cada una de las islas o a la comunidad en su conjunto.

Canarias son 7 islas, o 9, como ustedes prefieran, si contamos a La Graciosa y Venezuela (hay muchos, muchos canarios en ese país y siempre se ha nombrado a Venezuela como la octava isla. Incluso, yo tengo familia viviendo allí).

Hay gente que dice que es ciudadano del mundo, yo también. Adoro viajar y conocer nuevas culturas, nuevas tradiciones, nuevas formas de vivir y ser feliz... Pero Canarias siempre será Canarias. Podré vivir en mil sitios diferentes, pero lo que siento estando allí, creo nunca lo sentiré en ningún otro lugar. Nunca.

Hace muchos años quise "escapar" de allí, venir a Madrid a buscarme un futuro mejor, a estudiar lo que siempre quise y a vivir nuevas experiencias, pero no hay un solo día que no eche de menos a Canarias. Escuchar el acento por todos lados, leer "Estación de guaguas" o ver a la gente "aplatanada". Viviendo aquí me he dado cuenta que los "piques" que puedan existir entre las diferentes islas quedan relegadas a un segundo plano, porque cuando vives lejos de tu tierra da igual de la isla que seas, da igual que vengas de una isla grande o pequeña, da igual que hayas nacido en una isla más o menos turística, lo que importa es que somos canarios. Y, al fin y al cabo, venimos del mismo sitio, de unas islas perdidas en mitad del enorme Atlántico, de unas islas donde es "una hora menos".

Estoy a más de 1500 kilómetros de distancia de las Tirma y del Clipper. De la Dorada y la Tropical. Del gofio y de las papas arrugadas.  De mi familia y mis amigos de toda la vida. Estoy a más de 1500 kilómetros de unas islas donde siempre estamos dispuestos a dar una sonrisa, a saludar con un "¿Qué pasó?" y donde vivimos a nuestro ritmo. Sin prisa pero sin pausa.

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