El otro día estaba sentado en un banco de cualquier estación de Madrid. Delante de mí se pusieron dos ancianos. Ella a la izquierda, él a la derecha. Entonces, él puso su brazo en los hombros de ella y la acercó para darle un beso en la frente. Luego, se dieron la mano y se quedaron así hasta que subimos al tren. No sé si ella sonrió, porque solo podía ver su espalda, pero supongo que su sonrisa iluminó su cara... Porque sabes que un gesto tan simple como atraer otra persona hacia ti, sin importar que invada tu espacio personal durante unos segundos, debe ser una de las mejores demostraciones de amor.
Y a ti, ¿cómo te gusta que te demuestren que te quieren?
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